- En vivo Íñigo Errejón dimite, última hora en directo
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Una ola de acusaciones de violencia y comportamientos machistas sobre Íñigo Errejón ha arrasado su carrera política y ha sacudido al Gobierno de coalición. El portavoz de Sumar en el Congreso se vio forzado ayer a dimitir de todos sus cargos y a dejar la escena pública después de que una campaña al más puro estilo #MeToo -Yo también- denunciara esos episodios sobre los que él mismo ha admitido su veracidad. Así lo confesó ante Sumar, del que era una figura dirigente de primer nivel, como ante Más Madrid, el partido político por cuya cuota ocupaba un escaño, informan fuentes de ambos espacios.
Los dos organizaciones iniciaron sendas investigaciones en paralelo entre el martes y el miércoles, cuando empezaron a aflorar en las redes sociales comentarios que imputaban a Errejón la comisión de actitudes de violencia machista sobre una mujer cuyo testimonio apareció publicado de manera anónima en el perfil de Instagram de la periodista Cristina Fallarás. Esos mensajes hicieron sonar la alerta y propiciaron que se comenzara a investigar si, en efecto, esos episodios descritos fueron cometidos por Errejón. Pues el relato de la víctima no precisaba la identidad más allá de «un político muy conocido» que «vive en Madrid».
«Es ahí donde distinta gente se pone a preguntar a Íñigo», informan fuentes de Sumar, que detallan que se puso a «recabar información» sobre lo que había pasado después de «enterarse», como mucha otra gente, «por las redes». Estas fuentes señalan que entre la tarde del miércoles y la mañana del jueves se tienen varias conversaciones con el portavoz parlamentario en las que éste les reconoce haber tenido «comportamientos no ejemplares». «Hay un reconocimiento de ellos», explican.
Eso mismo sucedió también con Más Madrid, que se puso en contacto con el diputado a lo largo del miércoles. «Tras comprobar su verosimilitud», informa este partido, «exigió a Sumar la dimisión». Pues el dirigente formó parte de las listas electorales al Congreso dentro de la cuota de Más Madrid, cuando se cerró el acuerdo para concurrir juntos.
Las valoraciones públicas que este jueves hicieron Sumar y Más Madrid aludieron a su «compromiso contra el machismo» y «contra la violencia machista» al abordar este asunto. El presidente, Pedro Sánchez condenó «a quienes atentan» contra «el proyecto de igualdad» de una «España feminista».
Admitida la verosimilitud de lo que describían varios testimonios de denuncia, Errejón no se resistió y presentó a Sumar la dimisión de sus cargos en el Congreso y en el partido de Yolanda Díaz. Esto luego lo hizo público más tarde a través de una carta en las redes sociales en la que, sin entrar en los hechos concretos, confiesa una deriva entre lo que dice como político y lo que hace en su vida privada, «llegado al límite de la contradicción entre el personaje y la persona», «entre una forma de vida neoliberal y ser portavoz de una formación que defiende un mundo nuevo, más justo y humano».
Ahora esa «contradicción» ha quedado expuesta por un movimiento anónimo de denuncias públicas pero no ante los tribunales, como ya ha sucedido en otras ocasiones con personajes públicos y famosos. En EEUU se dio a conocer como el lema #MeToo e invita a las mujeres a no callarse ante los abusos de los hombres y hacerlo públicos. Sean o no constitutivos de delito. En España se ha utilizado también la etiqueta #SeAcabó, que se hizo muy popular cuando ocurrió la «agresión sexual» -según la acusación de la Fiscalía- de Luis Rubiales a la futbolista Jenni Hermoso. Y es lo que pasó estos días atrás y con más virulencia ayer tras la renuncia de Errejón.
"Cultura de la violación"
Primero salieron algunos testimonios por vía de Cristina Fallarás que fueron amplificados por el entorno de Podemos. Fueron perfiles ajenos a la periodista los que señalaron a Errejón como el protagonista. Luego numerosas personas de la órbita de la izquierda, los partidos, el feminismo y el periodismo fueron entrando y animaron a «acabar con la impunidad y romper el silencio», como dijo Irene Montero, dirigente de Podemos. «Cambiar esta dinámica de la cultura de la violación es la tarea que el feminismo nos pone a todas, en este caso a partidos y medios de comunicación».
Al cierre de esta edición no constaba ninguna denuncia ante los juzgados, pero sí la de una primera persona con nombres y apellidos. La actriz y presentadora de televisión Elisa Mouliaá, quien denunció haber sido víctima de «acoso sexual».
Antes que ella pusiera el rostro, las denuncias anónimas -12 por ahora, según Fallarás- apuntaban a violencia machista en dos vertientes. Una por ser «maltratador psicológico» de mujeres, «un verdadero psicópata» que «sus aires de persona normal esconden un verdadero monstruo», describe una de ellas. El otro caso sería por tocamientos sexuales no consentidos a una mujer en un evento feminista y punk.
En su carta, Errejón hace un reconocimiento implícito de actitudes incompatibles con las de un partido feminista. Asegura que ha llevado a una forma de comportarse «que se emancipa a menudo de los cuidados, de la empatía y de las necesidades de los otros». «Esto», abunda, «genera una subjetividad tóxica que en el caso de los hombres el patriarcado multiplica, con compañeros y compañeras de trabajo, con compañeros y compañeras de organización, con relaciones afectivas e incluso con uno mismo».
Sumar puso ayer el foco en esa falta de «coherencia» de Errejón. A la espera de que el desarrollo de los acontecimientos desvelen si ha habido o no comportamientos delictivos o legalmente punibles, fuentes de Sumar inciden en que cuanto menos son «moralmente reprochables». «Para las formaciones políticas que defendemos un mundo más justo, humano y feminista, la coherencia entre lo que hacemos y lo que decimos debe ser una máxima exigible e ineludible», remarcó en este sentido Ernest Urtasun, portavoz de Sumar y ministro de Cultura.
El caso Errejón ha dejado en «shock» a Sumar, admiten en la coalición, porque además de lo que implica perder a uno de sus principales baluartes políticos, esta caída se produce como consecuencia de graves acusaciones de violencia machista. Uno de los peores pecados para una organización que empuña el feminismo como una de sus grandes banderas. El golpe recibido es doble. Y no sólo afecta eso a Sumar. El perfil de Íñigo Errejón era tan relevante políticamente que salpica incluso al Gobierno de coalición, que ha hecho del feminismo una de sus grandes causas.
En Sumar hay «consternación». La coalición de Yolanda Díaz se ve obligada a recomponerse en pleno proceso de refundación y a las puertas de un congreso en el que Errejón dirigía la ponencia política. El primer paso será nombrar un portavoz en el Congreso. Luego sobrevivir a la campaña que le espera de Podemos.