CABEZA FRÍA
El vacile de Sánchez a Rutte
Se está gestando un forcejeo entre España, la OTAN y la Comisión Europea sobre qué es gasto en defensa
Presupuestos, Estado fallido y Senado
12.394 menores agresores, impunes
La imagen de Pedro Sánchez ante la OTAN y la Unión Europea por su falta de compromiso en materia de defensa no remonta. Ya no hay margen para contorsionismos dialécticos pero parece que el presidente español sigue sin darse cuenta visto su encontronazo de esta semana ... con el jefe de la Alianza Atlántica. ¿Qué le contó Sánchez a Mark Rutte para que este creyera que España por fin quería gastar el 2% de su PIB en defensa y hacerlo, además, este verano? La confusión del holandés es fácil de entender. Ahora mismo, se encuentra pidiendo a los países que aún no han cumplido sus compromisos que lo hagan este verano. Con la Comisión Europea lanzando un plan de rearme por 800.000 millones de euros, Alemania alcanzando un pacto constitucional histórico para lo mismo o la Inglaterra del socialdemócrata Starmer aprobando un plan para dedicar a defensa más que en ningún otro momento desde la guerra fría, es difícil pensar que cuando el presidente de España te dice que sí, que cumplirá su compromiso cuanto antes, te está vacilando una vez más.
Pero así es. Lo más avanzado que tiene el Gobierno para mejorar su gasto en defensa ahora mismo es un rediseño contable: revisar todas las partidas de inversión para ver cuáles puede incluir bajo la categoría de «seguridad» que no estuvieran contabilizadas ya como «defensa». ¿Qué puede incluir que no incluya ya? «Todo lo que se pueda. Todo es todo: infraestructuras críticas, ciberseguridad...», me explican fuentes conocedoras de esta hoja de ruta. Se está gestando, por tanto, un tira y afloja con la OTAN y la Comisión Europea, que van a tener sus criterios de qué se puede considerar defensa y qué no. No vale que cada país compute lo que quiera. El Gobierno ya puede hacerlo con cuidado porque, a estas alturas, dudo que estas dos instituciones tengan ganas de seguir aguantando vaciladas de España. Además, Bruselas ya ha dicho que no le vale cualquier cálculo sino uno hecho en términos de contabilidad nacional para tener datos homogéneos.
Mientras el rediseño avanza, el Ministerio de Hacienda está volcado en buscar partidas para sacar 3.500 millones que sí servirían para elevar la inversión en defensa este año, pero que se quedan muy lejos de los 14.000 que necesita España para alcanzar el 2% del PIB. En un nuevo tic sanchista, lejos de admitir que las cosas serían más fáciles si hubiera Presupuestos, hay ministros que van diciendo ahora que es mejor no tenerlos: «así Hacienda puede utilizar un mecanismo introducido durante la pandemia para mover partidas de gasto sin tener que ir al Congreso». La decisión es, una vez más, recorrer cualquier camino que permita al Gobierno seguir sobreviviendo aunque sea a costa de sacrificar la separación de poderes y el respeto a la soberanía popular.
¿Y todo esto para conseguir qué? «Si todo va bien, el 1,6% para el año que viene», me dicen. Y esto es lo que Pedro Sánchez debería atreverse a decirle a Mark Rutte.
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