- Terremoto Más de 1.000 muertos y de 2.300 heridos en el devastador terremoto de Birmania
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Un día antes del devastador terremoto en Birmania, Min Aung Hlaing (68 años), el líder de la Junta Militar que gobierna el país, se dirigió a las tropas por el 80º aniversario del Desfile del Día de las Fuerzas Armadas para anunciar que se celebrarían elecciones presidenciales en diciembre.
Fuera de la propaganda militar birmana, el general que orquestó el golpe de Estado en febrero de 2021 no tiene ninguna credibilidad. "Bajo el control del régimen, nunca se celebrarán realmente unos comicios libres", señalan en conversaciones con este periódico representantes del Gobierno de unidad nacional, formado en el exilio por los legisladores que ganaron las elecciones en 2019 que fueron pisoteadas por los militares.
El terremoto que ha dejado más de 1.000 muertos oficiales en Birmania vuelve a poner el foco en un país aturdido por una guerra civil, con el ejército combatiendo contra los grupos prodemocráticos de la resistencia y las milicias étnicas que han avanzado en muchas partes del territorio, relegando a la Junta Militar al control únicamente del 21% de Birmania. Aunque el régimen continúa dominando las principales ciudades, como la capital, Naypyidaw, donde viven los altos mandos militares, Yangón y Mandalay, la segunda ciudad más grande y la más golpeada por el seísmo.
El general Min, el líder militar que aisló a Birmania del resto del mundo, al estilo Corea del Norte, restringiendo las conexiones a internet y censurando a los medios de comunicación, ahora ha solicitado ayuda internacional para el rescate.
A principios de 2021, tras una década de reformas democráticas y económicas, Birmania comenzaba a dejar atrás los años bajo el yugo de regímenes militares y se convertía en una de las economías que más crecían en Asia. Pero tras el golpe, cuando los militares volvieron a tomar el poder tras derrocar al Gobierno democráticamente elegido de Aung San Suu Kyi, el país se sumió en un bucle de violencia y colapso económico.
Al frente se encontraba el general Min, que había sido sancionado en 2019 por el Gobierno estadounidense por su papel al mando, como comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, de la persecución y violación de derechos humanos de la minoría rohingya. "Las fuerzas militares de Min Aung Hlaing fueron responsables de la brutal operación que provocó que más de 500.000 personas huyeran a Bangladesh", rezaba la nota del Departamento de Estado de EEUU. El año pasado, el fiscal de la Corte Penal Internacional solicitó una orden de arresto contra Min por crímenes contra la minoría rohingya.
Min estuvo detrás de una campaña de limpieza étnica que fue avalada por la líder de facto, Suu Kyi, Premio Nobel de la Paz en 1991, que acabó abriendo las puertas de su Gobierno a los mismos militares a los que se había enfrentado durante los más de 15 años que estuvo bajo arresto domiciliario en la anterior dictadura militar (1962-2011). Su buena reputación se desplomó tras su silencio durante la masacre de los rohingya.
Antes del golpe militar, Min ya era famoso por ordenar el uso de la fuerza contra los monjes budistas que en 2007 pedían una bajada de los precios, o por perseguir a los grupos rebeldes en la frontera con China.
Tras derrocar al Gobierno electo, Min se aseguró que Suu Kyi (79 años) fuera arrestada de nuevo. Hace un par de años, los tribunales controlados por los militares la sentenciaron a condenas de prisión que sumaban un total de 27 años.